domingo, 14 de febrero de 2016

La brevedad de la amapola-


Dímelo desde cerca.
Haz vaho en el cristal de mi ojo,
Dibuja la lluvia que llevas dentro,
Déjale gritar.
Sin saberlo, nos conocimos años atrás,
En otra ciudad, donde no coincidimos.
Fue el recuerdo de mi paso
Lo que te hizo girar la cabeza,
Sentir ese pinchazo incómodo.
Fue la marca de tu pisada
Aún caliente,
Que provocó un espasmo breve y doloroso
En la boca de mi estómago.
Una boca callada desde entonces.
Fue raro ver la mariposa blanca
A mediados de enero.

Un encuentro así no se puede catalogar.
No hay nombre que lo cubra,
Ni sentido que lo rellene.
Dentro de tu pecho crece magia,
Me acerco a su resplandor dorado.

Tumbados, oímos el último giro del planeta.

Somos intocables.
(¿O es la vida frágil?)
Porque atravesamos la noche
Haciendo farolillos de palabras,
Que arden está nuestra conexión.
Porque no nos debemos más que
Letras, aunque esperamos una canción.
Porque en nuestra playa vacía
Solo quedan estrellas del mar.
Exhaustas, buscan darle sentido
Al vacío de la arena.

Somos intocables.
Porque no nos podemos tocar...
Sé que, bajo tu párpado izquierdo,
Guardas un poco de niebla.
Detrás de la oreja conservas
Polvo de estrellas aún.
Reconozco que mi intención fue cristal,
Fue una mano limpia, abierta.
Sin embargo ya no bajas de tu torre
Donde cada cable y tornillo,
Minuciosamente secado al sol, 
Promete paz.


Para R-


Estás atando el suave lazo de tu camino.
Ahora mismo, en la serpentina de la curva,
ladeas tu cabeza con incredulidad.
Todavía el viento soporta tus dudas,
aún hay luz alrededor.
A cada kilómetro, la distancia,
te sirve facilidad del olvido.
Berlín te acoge frío, oscuro.
Moldeas la nieve con tus pasos
deprisa, que no cuaje este sentimiento.

En la suave cuna de su vientre
sacudes el último pétalo de amapola.